El café de especialidad se distingue por su alta calidad. Los granos son seleccionados cuidadosamente y pasan por estrictos controles de calidad.
Esto asegura que solo los mejores granos, aquellos que tienen un perfil de sabor sobresaliente, sean utilizados. La calidad superior se traduce en una taza de café con sabores más complejos y ricos, ofreciendo una experiencia sensorial única.
Los productores de café de especialidad cuidan mucho la trazabilidad del producto, lo que significa que puedes conocer el origen exacto de los granos, incluyendo la finca y las condiciones de cultivo.
Esto no solo permite un mejor control de calidad, sino que también fomenta prácticas agrícolas sostenibles y éticas. Al comprar café de especialidad, contribuyes a un sistema de comercio más justo y responsable con el medio ambiente.
El café de especialidad generalmente es más fresco que el café comercial. Mayoritariamente, el café de especialidad se compone de granos 100% arábica. Esta variedad de café cuenta con niveles más bajos de cafeína en comparación a la segunda variedad más consumida, el café robusta. Gracias a esto, los granos de especialidad son más adecuados para aquellas personas sensibles a la cafeína.
Además, adquiriendo café de especialidad fomentas una industria en la que se trata de remunerar a todos los componentes de la cadena de valor del café de una forma poco nociva con el medio ambiente gracias al uso de técnicas artesanales.
El café de especialidad ofrece un perfil de sabor mucho más complejo y agradable ya que se obtiene el máximo potencial de cada grano verde en el momento de su tueste. Los granos se tuestan en lotes pequeños y durante menos tiempo para resaltar las características únicas de cada origen y proceso.
Por el contrario, el café comercial cuenta con un proceso de tueste mayor con la finalidad de conseguir un sabor homogéneo de granos de café en diferentes estados de maduración. Esto afecta negativamente en el sabor ya que este tipo de tuestes dan sabores a maderas, humo y notas generalmente amargas.
El café torrefacto, técnica de tueste habitual en los cafés comerciales, consiste en añadir azúcar en el proceso de tueste para que se adhiera una capa que recubra cada grano. El azúcar, sometido a altas temperaturas forma una melaza que puede contener sustancias nocivas para el organismo.
En contraste, el café de especialidad no tiene aditivos y se tuesta de manera que preserve las cualidades naturales de los granos, resultando en un producto más puro y saludable.
Los productores de café de especialidad suelen adherirse a prácticas de comercio justo, lo que asegura que los agricultores reciban una compensación justa por su trabajo. Esto no solo mejora la calidad de vida de las comunidades productoras, sino que también promueve métodos de cultivo sostenibles que tienen un menor impacto ambiental.
En cambio, el café comercial a menudo no puede rastrear su origen con la misma precisión y puede no adherirse a estándares éticos y ambientales tan estrictos.